lunes, 2 de noviembre de 2009

ÁGORA









Hola de nuevo.

En primer lugar quiero daros las gracias a tod@s aquell@s que me habéis animado a retomar este espacio, que tan abandonado he tenido. A tod@s os debo una explicación del porqué este intermedio y, por prolija, me reservo el trasladarla en persona si no lo he hecho ya. Baste aquí con decir que he pasado una época difícil en la que no me apetecía mucho "desnudarme" intelectual y emocionalmente hablando.

Por entrar al turrón ya sin más, la semana pasada estuve viendo "Ágora", la última de Amenábar. Y la verdad, con dolor he de decir que creo que le falta algo. No sé si pasión, emoción, cariño... pero algo. Y digo con dolor, porque el tema que de fondo se trata, esto es, la tolerancia, el fanatismo y el pensamiento científico como valores universales e intemporales, creo que está bien presentado, con exquisito gusto y objetividad; quizá esa objetividad sea lo que realmente transmita cierta frialdad. Tan bien tratado que los personajes (con la excepción del personaje del esclavo, verdadero protagonista de la película, no sé si intencionadamente o no) parecen una parte más del atrezzo y les falta cierta profundidad humana. Las interpretaciones son excelentes (mención especial para un sensacional Ashraf Barhom en el papel de Amonio), pero incluso una figura a priori tan fascinante como Hipatia, que pretende ser una personificación de la Razón, se convierte en un personaje que transmite poco.

Quiero decir, la película, tema a tema (la recreación de Alejandría es una gozada) es perfecta y es una más que recomendable película, para alguna gente diría que imprescindible... Pero que termina e inmediatamente te deja frío. No obstante, no pasa de ser una opinión personal.

Lo que ya no soporto es leer y escuchar algunas opiniones vertidas estas semanas alrededor de que se trata de un ataque a la religión católica; en especial, un chiste de Lolo en La Crónica me irritó por lo desafortunado. Creo que en su mayoría se trata de apriorismos expresados en voz alta, sin tomarse siquiera la molestia de ver el film. O lo que es peor, que algunos se pusieron las gafas de la intransigencia y que una verdad histórica de unos hechos (con escasísimas licencias en el guión) que fueron hasta condenados por representantes de la propia Iglesia pocos años después, sea negada hasta el absurdo con la excusa de contrarrestar una nueva ofensiva del terrorífico laicismo.

Obviamente el fanatismo es una enfermedad que aqueja a todas las ideologías, religiones y grupos. A los que les encanta ver Ben-Hur o Quo Vadis, deberían observar con tranquilidad una película que en el fondo trata de lo mismo que muchas de esas: de cómo el sectarismo a veces germina a nuestro alrededor y que la menos y/o la más noble de las causas puede servir de excusa para el demonio del odio y la barbarie.

O por el contrario, como desgraciadamente todavía se adivina en algunos movimientos político/asociativos de nuestro país, quizá algunos se horrorizan ante un león devorando a un cristiano, mientras momentos más tarde jalean a Aspasio apedreando a un filósofo en plena calle alejandrina.


1 comentario:

  1. Quizás sea porque ya conocia la historia de Hipatia, quizás porque ya conocia los hechos en si, o quizás porque el momento en mi vida era muy especial e irrepetible,pero la pelicula, lejos de dejarme fria, me dejó un poso de amargura en la boca, poso que sólo puede dejar la vida misma o su reflejo. La maestría de Amenabar para no dejarse arrastrar por la exageración, siendo como son los tiempos que corren, y no engalanar en exceso con unos amores que no ocurrieron, pues es real que Hipatia renució a ser esposa por la ciencia, y el amor cortés aún no estaba inventado.
    Lo que opinan los católicos sobre si es un ataque o no a su religión, ellos sabrán lo que su conciencia les llama a ocultar; los hechos historicos son los que son, y están ahí, al alcance de la razón de cada uno; yo, personalmente , opino lo que Saramago, no busco la destrucción de la iglesia catolica, pero si quiero ser su mosca cojonera. Aunque todo es una simple opinión personal, naturalmente.

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