jueves, 4 de febrero de 2010

La Muerte y la Doncella


Hace unos cuantos años que vi la película de Polanski ( el lío con el sujeto en cuestión lo dejamos para otra ocasión) y me dejó pegado prácticamente todo. La historia, la música de Schubert y el duelo memorable entre Sigourney Weaver y Ben Kingsley (el interpretativo y el de la propia historia)...sí, creo recordar que había otro señor por ahí, pero que tampoco molestaba mucho.

Hace unas semanas asistí como espectador a la interpretación teatral de la obra, que va recorriendo diferentes puntos de España.
Sé que es inevitable referenciarse a la película, con la ventaja en favor de ésta de la más variada gama de recursos que tiene a su disposición el séptimo arte; pero entiendo que el teatro tiene los suyos propios.

Dicho esto... Luisa Martín (alias "La Juani" de médico de familia) desplegó una interpretación que haría palidecer a la mismísima Sigourney Weaver...del desmayo que le entraría al verla ¡qué manera de trasformar un personaje poliédrico, complejo, incluso contradictorio, pero siempre capaz de producir empatía, en un compendio de histerismos que por momentos (y ya es difícil que te pase con la historia en cuestión) producía hastío del personaje.
Por no hablar de su marido en la ficción del que, a diferencia del que dije anteriormente, me acuerdo perfectamente... de él y de toda su familia, porque tiene que ser el vehículo a través del que consiguió el papel en una producción de estas características; éste sí que molestaba.
Sólo un Emilio Gutiérrez Caba genial, conseguía mantener la dignidad de la obra con la construcción de ese médico, aparentemente sencillo y amable, que proyecta una sombra monstruosa.

Apenas un sentiemiento consiguió superar mi aburrimiento y decepción durante buena parte de la obra: la perplejidad. Lejos de apreciar lo que comento, el público prorrumpió en una sonora ovación a la actriz protagonista.

Ya se sabe, cómo le vamos a hacer un feo a la Juani, es tan entrañable...

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