sábado, 21 de diciembre de 2013

NAVIDADES EN GRAN BRETAÑA/AN SPANISH CHRISTMAS TALE




Siempre le habían fascinado esas puertas tan blancas que se sucedían en una fila interminable, semejando hileras de dientes perfectos, o esas fichas con las que su primo solía construir circuitos de "efecto dominó" cada vez más complejos. Las correspondientes aldabas metálicas en la parte superior, cada una con su propia forma y estilo, era lo que le daba personalidad a cada vivienda en ese mar de granitos, mármoles y maderas blancos. Siempre había adorado los paseos por Kensington y el cercano Museo de Historia Natural, al que cada año de forma invariablemente les llevaban sus padres. Para su madre, sin duda que los días de Navidad que cada año pasaban en Londres se llamaban "Harrods", o "Selfridges". No eran ni los sitios más exclusivos ni con más estilo, pero sí aquellos cuyas bolsas "olvidadas" cuidadosamente en algún lugar visible del recibidor, demostraban poder adquisitivo y clase social a quiénes visitaban su casa.

Esta mañana se encontraba llamando junto a su madre a una de esas casas "semi-detached". También era Diciembre pero el semblante de su progenitora, que combatía el frío embutida en su exuberante "pieles" (alguna mirada de reprobación se había ganado en la cafetería en la que desayunaron), era mucho más taciturno que lo acostumbrado. Eso sí, no bien les habían flanqueado el paso al interior después de una breve conversación con quién les salió a atender, su madre no había podido evitar una sonrisa ante la evidencia de que tantos meses y cursos pasados en las islas, sin duda habían merecido la pena. 

Qué recuerdos...Desde los 12 años residiendo al menos un par de meses cada año, alternativamente en Gran Bretaña o Irlanda, sobre el papel perfeccionando su inglés, pero haciendo en la práctica un montón más de cosas interesantes, de esas que es mejor no contar a papá y mamá. En breve le tocaría ir a la universidad, ansiosa estaba por atravesar el Atlántico y estudiar algún año en los EEUU. Había estado allí ya con su familia unas pocas semanas, pero aquello merecía la pena descubrirlo con autonomía.

Por supuesto que era consciente de la tremenda suerte que había tenido en la vida, pero nadie les había regalado tampoco nada; papá pasaba la mayor parte de la semana trabajando en el extranjero o en Cataluña (que para el caso...), donde su empresa tenía los centros principales de actividad. Su padre estaba últimamente siempre enfadado cada vez que viajaba a Barcelona, siempre comentaba cuando venían amigos a casa, que iba a trasladar lo que tenía allí a Marruecos o a China, "a algún sitio donde se lo agradecieran".

Pero sí, habían tenido suerte. Desde el pasado año colaboraba algunas semanas junto a su hermano (un año menor), en el grupo de ayuda social que organizaba la parroquia de su zona. Durante días se dedicaban a conseguir comida y juguetes destinados a los pobres. Allí había conocido a mucha gente de diferente clase. Todavía se hallaba sorprendida del frío y oscuridad que reinaba en algunas casas a las que iban a llevar paquetes en los meses de Invierno y de cómo Raúl, que había sido su catequista, le había explicado que esas familias sencillamente no podían pagar la factura de la luz desde hacía meses, mucho menos la de la calefacción. Cierto que su hermano había roto el mutismo en el que la explicación les había sumido, diciendo que no era tan grave, que en España casi siempre hacía sol y que este invierno se podía pasar con las mantas y el chocolate a la taza que les habían llevado...menudo alivio oírlo, la verdad.

No le había durado mucho la tranquilidad de conciencia, esa misma tarde en el almacén el mismo Raúl, en un aparte, le había explicado que aquello no era tan sencillo. Qué majo y sensible era Raúl...viajado, educado y siempre pensando en los demás. Y con ese mismo aspecto de hippie rebelde que tenía cuando les dio la catequesis, o cuando junto con él asistían a las manifestaciones en defensa de la familia. Siempre con una sonrisa, siempre con su guitarra... si acaso el vientre un poco más abultado con los años. 

Al principio se lo calló, luego todo se había desatado como un torbellino. Sus lloros cuando mamá le dijo que ni hablar, la primera visita al amigo de papá, la compra de los billetes...papá gritando por teléfono: "¡Alberto, no me marees, del mongol te haces cargo tú!"

Ahora parecía que su estancia en Londres iba a durar un poco más de lo previsto y que lo de EEUU se le iba a acelerar...la verdad es que estaba como en una nube, no acababa de enterarse muy bien de lo que ocurría.

Si al menos tuviera cerca a Raúl...




Pese a todo lo que está pasando, Felices Fiestas y que este 2014 se mejor para todos y todas.

A la única esperanza que hay que perder de vista, es a la que se apellida Aguirre












3 comentarios:

  1. Este cuento de navidad es una actualización de la vieja escuela de Dikens, que aprovechaba la historia para hacer una denuncia social.

    Muy bueno y lástima que no lo lean los auténticos autores (sin querer quitarte mérito, por supuesto).

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  2. Jodio, con lo vago que soy yo para la lectura y me lo he tragao todo de una sentada jjj Feliz Fiestas Family

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  3. No siempre los cuentos hablan de magia y fantasía...A veces resultan inquietantes pero a la vez entrañables, como la Navidad que nos rodea y la de cada hogar, cada uno con su cuento particular...

    Mucha felicidad para tu cuento, en estos días y siempre!

    Un beso

    Palmira

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